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5 de junio
DÍA MUNDIAL DEL AMBIENTE
Tras los pasos de la huella verde

Por Silvina Melita

La pandemia actual del coronavirus, representa una oportunidad única para que repensemos nuestro modo de habitar la casa común; la forma como producimos, consumimos y nos relacionamos con la naturaleza de la cual somos parte.

          Leonardo Boff

Coincidente con la fecha del acuerdo internacional conocido como Conferencia de Estocolmo en 1972 reunida para abordar la temática ambiental y en pleno contexto de la llamada “Revolución Verde”, el 5 de junio de cada año por resolución de las Naciones Unidas, desde hace más de cuarenta años, se conmemora a nivel mundial el Día del Ambiente.

El Día mundial del Ambiente es una llamada a la acción para sensibilizar y dar a conocer las problemáticas ambientales, con la intención de motivar a las personas para que se conviertan en agentes activos del desarrollo sustentable y equitativo.

En este marco las comunidades tienen un papel fundamental en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y es necesario fomentar su cooperación para construir un nuevo paradigma de desarrollo sustentable.

Desde Ideal Avellaneda, asumimos un compromiso activo llevando adelante actividades de concientización, sensibilización y acción directa para fortalecer el entramado comunitario necesario que sostenga el cambio cultural previo y paralelo que requiere todo nuevo paradigma.

 

Una experiencia de transformación: Cambio de Paradigma, agroecología, mercados de cercanía, economía circular, empleo verde.

Es necesario un cambio de paradigma y del concepto erróneo que tenemos sobre el significado del desarrollo. Debemos producir imitando y respetando los procesos naturales de la tierra y sus ciclos biogeoquímicos. Esta transformación es vital para la salud del ambiente y por nuestra propia salud. Todo lo que le hagamos a la tierra, nos lo hacemos a nosotras y a nosotros mismos.

En este contexto tan duro de pandemia, donde hemos tenido que parar la rutina, también hemos tenido tiempo para repensar y volver a la fuente. En muchos hogares, se han retomado prácticas caseras donde se ha vuelto a conectarse con la tierra y con saberes populares. Hemos pasado desde amasar nuestro propio pan, hasta hacer nuestra propia huerta y elaborar nuestro propio compost.

Hemos creído erróneamente que el campo es quien produce nuestros alimentos. No obstante, cada vez más personas se enteran que quien produce alimentos no es el campo, sino la agricultura familiar. Aquella práctica agrícola que no es dueña de la tierra y que, de acuerdo a datos de la FAO, produce en el mundo alimentos para el 70% de las personas utilizando sólo el 25% de los recursos (agua, suelo y energía), mientras que la agroindustria convencional produce menos del 30% de los alimentos utilizando el 75% de los recursos (suelo, agua, energía) del mundo. Mientras la agroindustria convencional produce muy poco empleo, por la utilización de maquinaria pesada, la agricultura familiar produce múltiples empleos, dado que se encargan de todo el proceso de cultivo, hasta su comercialización a tranquera abierta, culata de camión o en mercados y ferias comunitarias, proporcionando alimentos frescos de cercanía, de calidad nutricional, promoviendo la economía regional y sobre todo, generando lazos.

Asimismo, la promoción de la separación en origen en los territorios es parte de la economía circular como pilar de este nuevo paradigma y parte de la trama de redes que se propone desarrollar. Esta práctica promueve la reducción de los residuos que van a enterramiento, optimiza la reutilización de materiales para su posterior reingreso al circuito productivo, cuida nuestros recursos naturales y optimiza el uso de energía.

Cuando los y las cartoneras, durante el año 2000, se organizaron en los barrios para resistir a un modelo excluyente; no vislumbraron que estaban realizando una práctica que tenía un valor agregado per sé. Las y los cartoneros son eslabones fundamentales en la tarea del cuidado del ambiente, por eso debe ser un empleo reconocido y jerarquizado, dado que realizan un servicio público esencial. Ese tipo de empleo es el que se da a llamar “empleo verde”.

Debemos apostar a la creatividad, no escatimar en proponer alternativas que tengan una perspectiva socioambiental y sean factibles de realizar. Además, debemos respetar no sólo los aspectos físico-químicos de los ecosistemas de cada región, sino también el aspecto humano de las poblaciones que los habitan.

La humanidad necesita de un gran cambio de conciencia. Estamos en un momento que nos plantea un dilema: o cambiamos nuestros ritmos y modos de extracción, producción, distribución y consumo; Es decir, nuestra manera de habitar el planeta, o vamos hacia el encuentro de lo peor. De nosotras y de nosotros depende. No hay planeta B.

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