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De paja de páramo sembraremos el mundo

Por Silvina Melita | Comisión de Ambiente de IDEAL Avellaneda

"La tierra no es herencia de nuestros padres sino préstamo de nuestros hijos"
Pensamiento Indoamericano


Se celebra cada año desde 1963 en honor al científico Hammond Bennett, quien dedicó su vida a demostrar la importancia de la conservación de este bien natural finito: “La tierra productiva es nuestra base, porque cada cosa que nosotros hacemos comienza y se mantiene con la sostenida productividad de nuestras tierras agrícolas”.
Sin embargo, nuestras culturas originarias ya lo sabían, por eso vivían en completa armonía con la naturaleza; conocían a la perfección las distintas estaciones que realizaba el sol para realizar sus cultivos en sus distintas etapas fenológicas: preparación del suelo, siembra, cuidados y cosecha. Ellos cultivaban en terrazas para aprovechar cada gota de lluvia y reducir la erosión del suelo.
Los primeros 20 cm de suelo son los que permiten el sostenimiento de la vida en el planeta. Es allí donde todo nace y todo se degrada; podemos encontrar allí granos de distintos tipos de tierra (arcilla, limo, arena), agua, oxígeno y un sin número de microorganismos que son los encargados de descomponer todo lo que perece en el suelo, permitiendo que elementos como el nitrógeno (N) y el carbono (C) retornen a su origen y vuelvan a estar disponibles para nuevos vegetales. Se dice que en 1 solo gramo de tierra fértil se puede encontrar más de 20 mil millones de microorganismos, el suelo es en realidad un organismo vivo.

El suelo es una gran esponja, entre sus múltiples funciones se pueden destacar:
· Absorción del excedente hídrico
· Filtración del agua de lluvia y recarga de acuíferos.
· Es hábitat de 1⁄4 de la biodiversidad de nuestro planeta.
· Reservorio de carbono, por ende mitigador del Cambio Climático.
· Fuente de alimentación de toda forma de vida existente.

PRINCIPALES PROBLEMAS ACTUALES

La desertificación del suelo es una de las mayores preocupaciones que nos atañen actualmente a quienes nos dedicamos al cuidado y la preservación del ambiente. La misma surge a través de la degradación ecológica del suelo fértil, en el cual el suelo pierde su capacidad productiva por pérdida de nutrientes y microorganismos; una alteración en su composición. Hay 3 causas principales que provocan la desertificación:
· La deforestación: La tala indiscriminada de bosques para la extensión de la frontera agrícola para monocultivos y/o emprendimientos inmobiliarios, provoca una pérdida irreparable a escala humana de los suelos fértiles.
· La Agricultura convencional: La utilización a gran escala de herbicidas, plaguicidas, agrotóxicos altera la composición del suelo y elimina microorganismos degradadores y descomponedores responsables de los procesos de ciclados, reduciendo la capacidad del mismo de reponer nutrientes.
· La utilización de equipos mecanizados: La utilización excesiva de maquinaria pesada en zonas de cultivos produce compactación del suelo, y favorece su erosión.
El suelo es un recurso finito, lo que implica que su pérdida y degradación no son reversibles en el curso de una vida humana. La naturaleza, para producir solo unos cm de suelo, requiere de cientos a miles de años, la reproducción de nuestra vida depende de este bien común.

LA REALIDAD HOY

Mucho se ha avanzado, con el advenimiento de la siembra directa, las prácticas conservacionistas, la agricultura agroecológica y otras iniciativas que se vienen promocionando fuertemente, pero aún queda mucho por hacer.
“Hay 286 millones de hectáreas en la plataforma continental argentina, de las cuales unos 100 millones están erosionadas. Quizás con los nuevos sistemas de labranza o laboreo, donde involucramos a la siembra directa, esta erosión pasó de ser severa hace unos años a moderada por estos tiempos”.

Es por este motivo, que las buenas prácticas agrícolas, la transición hacia otro paradigma como es la agroecología, es una necesidad imperiosa y ética con la vida.

¿Qué podemos hacer para conservar este bien necesario para la vida?

· Compostar los residuos orgánicos para reponer nutrientes al suelo.
· Elegir comprar en mercados de cercanía, en lo posible agroecológicos y en transición.
· Separar en origen nuestros residuos, para recuperar los materiales que puedan volver a reingresar a un proceso productivo y así reducir la cantidad de residuos que van a enterramiento.


En conclusión, es sumamente necesario volver al concepto del Buen Vivir o Sumak kawsay como un nuevo paradigma del bienestar; alternativo al paradigma occidental, derivado de la cosmovisión de los pueblos originarios. Dicho paradigma persigue la consecución de una vida en plenitud por medio de la satisfacción de las necesidades tanto materiales como inmateriales de los seres humanos. Vivir en armonía con la comunidad y con los demás seres de la naturaleza como un todo integrado tiene tanto un plano de aspiración vital como otro de cotidianeidad vital y es por eso que en nuestra praxis diaria debemos asumir un compromiso con el mundo que nos habita y habitamos para prevalecer.


“Somos como la paja del páramo, que se arranca y vuelve a crecer...
y de paja de páramo sembraremos el mundo”
Dolores Cacuango

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