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DIA DE LA PACHAMAMA

Por Silvina Melita

“La incomprensión de lo nuestro preexistente
como hecho cultural o mejor dicho, el entenderlo como hecho anticultural,
llevó al inevitable dilema: Todo hecho propio, por el sólo hecho de serlo,
era bárbaro y todo hecho ajeno, importado, por el sólo hecho de serlo,
era civilizado. Civilizar, consistió pues, en desnacionalizar.”

Arturo Jauretche, 1968




Don Arturo Jauretche, allá por el 68 ́, escribía sobre las zonceras, esas construcciones de sentido que, de tanto repetirlas, uno las termina adoptando como verdaderas sin cuestionarlas siquiera. Él las había enumerado, pero el primer puesto lo tenía aquella a la que Jauretche consideraba “la madre que las parió a todas las otras”. La zoncera N°1 era la dicotomía Civilización o Barbarie.

Y nos decía también en Los profetas del odio y la yapa: “La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quién abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena que podía ser obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa y no según América”.

La crisis civilizatoria a la que como generación estamos asistiendo, tiene un profundo raigambre en esa madre de todas las zonceras. La actual pandemia, producto precisamente de un virus zoonótico, nos está advirtiendo que algo estamos haciendo mal. Estamos viviendo escenarios catastróficos en distintos lugares del mundo, en los cuales países como Canadá llegan a tener un récord histórico de temperaturas que alcanzan los 47°C, siendo 27°C su promedio anual, y vivenciamos grandes sequías en varios países de África, Etiopía, Marruecos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 55 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por las sequías cada año y este fenómeno climático es ya el peligro más grave para el ganado y los cultivos en casi todas las partes del mundo. En nuestro país lo hemos vivido con más relevancia el año pasado, cuando 14 de las 23 provincias que componen nuestro territorio estaban bajo llamas.
El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), sostiene que para el 2050, si continuamos con el actual nivel de emisiones de gases de efecto invernadero (GEIs), llegaremos a un punto de no retorno, en el cual más allá de que dejemos de emitir C02 al punto 0, los daños causados serán irreversibles.

Este gran llamado de atención debe reconducirnos a la fuente y marcarnos el camino de regreso a casa. La desconexión con nuestra tierra y lo nuestro preexistente ha hecho que perdamos el rumbo.
Estamos hechos con los mismos elementos con los que está constituido el universo. Carl Sagan decía: “Somos polvo de estrellas”. Los mismos componentes que conforman todas las formas de vida en este sistema, incluidxs nosotrxs, son los mismos que al degradarse, darán forma y estructura a otra vida. Necesitamos al río, al aire puro y su oxígeno. Necesitamos la tierra para morar, para alimentarnos, y para albergarnos cuando perezcamos. Por eso debemos volver a la tierra, retomar nuestras raíces, valorar y resignificar las costumbres de nuestros pueblos originarios americanos.

Todos los primeros de agosto, las diferentes culturas andinas celebran el Día de la Pachamama, o Madre Tierra: la diosa femenina de la tierra y la fertilidad, una divinidad agrícola benigna concebida como la madre que nutre, protege y sustenta a los seres humanos. En la tradición incaica es la deidad de la agricultura comunitaria, fundamento y sustento de toda comunidad. Es la más popular de las creencias mitológicas del ámbito incaico que aún sobrevive con fuerza en las provincias del noroeste argentino como Jujuy, Salta, y países limítrofes como Bolivia, Chileo o Perú. La Pachamama no es una divinidad creadora, sino protectora y proveedora; cobija a los hombres y mujeres, posibilita la vida y favorece la fecundidad y la fertilidad.

El ritual más significativo del 1ro de agosto es el “challaco" o tributo, que consiste en realizar un pozo en la tierra para alimentarla, y así devolverle los nutrientes que ella nos provee en cada cultivo, en cada gota de agua por ella purificada, en un acto de reciprocidad e interconección mutuo. En él se depositan semillas, hojas de coca, alcohol, alimentos y tabaco. Es un acto de intercambio en el cual se ofrenda para la abundancia en las próximas cosechas. Otro ritual que acompaña el challaco, es la toma de caña con ruda. “Julio los prepara y agosto se los lleva” dice el dicho; esto tiene su origen en que es el mes en el que más fallecimientos ocurren. La ruda es un antiparasitario natural, y la caña un vasodilatador, en la creencia de los pueblos la caña con ruda es un remedio casero que ahuyenta las pestes, y proporciona salud.

La Pacha nos enseña que somos lo mismo, que todo lo que le hagamos a ella nos lo hacemos a nosotrxs mismxs. Pacha significa universo, mundo, tiempo, lugar y mama significa madre. Llega la hora de que contemplemos nuestro origen, revaloricemos lo nuestro, nos volvamos bárbaros y salvemos al mundo.

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